Laponia es uno de los pocos entornos naturales vírgenes de Europa y una zona con una especial belleza de soledad y nieve. Sin embargo tradicionalmente no ha sido un destino especialmente elegido por los viajeros, a excepción de Rovaniemi, donde podemos encontrar a Papá Noel.
Como sucede tantas veces, las circunstancias que antes desanimaban al viajero: su ubicación en el extremo norte del planeta, su escasa población, y sus prolongadas horas de oscuridad en el invierno, hoy se han transformado en sus principales reclamos como destino turístico.
Y no es de extrañar. Laponia ofrece una experiencia única, de esas con las que el viajero a su vuelta, puede alardear de haber hecho cosas muy distintas al resto. Cruzar los bosques árticos subidos a una moto de nieve, o ver los árboles desde un trineo tirado por huskeis o renos tapados bajo una buena manta son algunas de ellas. Sin olvidar su baza principal: El fenómeno luminoso de la aurora boreal.
Sucede entre septiembre y marzo. Su visión es impredecible, sucede siempre de noche, cuando las partículas eléctricas impactan con la atmósfera terrestre. Más poética es la explicación local: la producen los zorros al golpear con su cola sobre la nieve. La tradición japonesa asegura que los hijos concebidos durante la aurora boreal son especialmente sensibles.
La mejor forma de vivir esta experiencia de la aurora boreal es alojarse en un iglú de cristal térmico en el mismo Círculo Polar Ártico. Saariselkä es famosa por estas construcciones.
Estos iglús modernos están pensados para que el visitante pueda ver la aurora boreal sin ninguna contaminación lumínica. El techo de la habitación se convierte en un espectacular fenómeno natural con en un cielo cuajado de estrellas. Por supuesto, el interior del iglú está equipado con calefacción, mantas, luz eléctrica y un pequeño servicio. Una de los inventos que suele llamar más la atención es un mando a distancia con que se puede regular la posición en función del espectáculo del firmamento.
También es posible alojarse en cabañas de troncos de madera con sus saunas privadas, una de las tradiciones por excelencia de esta tierra. Los más aventureros pueden optar por pasar la noche al más puro estilo invernal extremo, en un iglú de hielo y equipados con saco térmico. Eso sí que es una anécdota para contar a la vuelta.
Como es sabido, el genuino Papá Noel ha vivido siempre lejos en Korvatunturi, en la Laponia finlandesa. Allí tiene su casa, su taller, su depósito de regalos y otros edificios. Lo extraordinario es que solo Papá Noel, sus elfos y sus verdaderos renos conocen el camino de Korvatunturi. Hoy en día Rovaniemi es la capital del mundo de la Navidad, donde Papá Noel ha trasladado su taller y donde se le puede encontrar. En la oficina de correos de Papá Noel ubicada en el Círculo Polar Ártico, los elfos franquean vuestras postales, y si habéis sido buenos, Papá Noel os traerá los regalos que hayáis pedido…